Gorjeo

2022-09-17 12:19:07 By : Ms. Pacey Wang

Entrevistamos al especialista en Pediatría, Alergia e inmunología sobre la inmunización infantil; él advierte que hacerlo de manera irregular en el primer año de vida lo expone a desarrollar las enfermedades de forma aguda y a veces grave

A propósito de celebrarse la Semana Mundial de la Inmunización es necesario resaltar la importancia de la vacunación oportuna en la niñez. Para ello, hemos entrevistado al doctor Iván Peñafiel Quinteros, especialista en Pediatría, Alergia e inmunología, quien nos explica que la vacunación no solo se protege la persona vacunada, sino también puede producir inmunidad pasiva, -como en el caso de la polio oral-,  mientras se evita que la persona transmita la enfermedad a grupos vulnerables como las embarazadas, envejecientes, personas con defensas bajas (como el SIDA, pero también en gente con tratamientos inmunosupresores o que nace con sin defensas adecuadas), entre otros.

Estamos inmersos en un mundo que es fruto de grandes cambios, queramos o no. Dentro del campo de la medicina las dos grandes contribuciones inmensas a la humanidad, han sido los antibióticos y ¡las vacunas! El mismo desarrollo del ser humano trajo como fruto la aparición de epidemias (como el COVID-19) que en su momento han puesto en peligro a la humanidad, pues frente a gérmenes muy contagiosos y virulentos, nuestras defensas eran insuficientes.

La ciencia médica, motivada por esas crisis sanitarias, ha ido creando las vacunas: preparados de algún producto del germen en cuestión (sus toxinas, partes inocuas o menos virulentas (atenuadas) de virus o bacterias). Son producidas por diversas tecnologías (desde procesos químicos complejos hasta ingeniería genética) que busca exponer a la persona  a estos productos (llamados técnicamente antígenos) para que el cuerpo los reconozca y entrene una respuesta favorable sin riesgos (al creer que se trata de la enfermedad real) mediante  la producción de sustancias de defensa  duraderas (llamadas anticuerpos), que en caso de la enfermedad real, atenuarán su gravedad o la evitarán al estar entrenado al cuerpo en caso de que exista la enfermedad real, esta respuesta de defensa del cuerpo se llama inmunidad activa.

Hay diversas tecnologías para su fabricación, diferentes rutas de aplicación (inyectada, oral) y con diferentes rangos de protección. En todo caso, han permitido disminuir la cantidad de enfermos por casi 20 enfermedades, logrando erradicar enfermedades graves como la viruela y casi la polio, además con el tiempo se ha logrado utilizar vacunas más efectivas con menor cantidad de antígenos, mejorar la respuesta a cada vacuna y hacer combinaciones efectivas de varios gérmenes (vacunas conjugadas) para limitar el número de punciones en los niños.

¿Cómo funcionan las vacunas en el cuerpo de los niños?

La vacuna presenta al cuerpo un antígeno (una parte representativa de él) del germen en cuestión para que el cuerpo se entrene en su reconocimiento y desarrolle un sistema de ataque programado en caso de una enfermedad real, por medio de la producción de sustancias de memoria (las inmunoglobulinas producidas por los detectives de nuestro sistema de defensa: los linfocitos) que solo se activan en caso de nuevo ataque, reduciendo o anulando los síntomas de la enfermedad en cuestión.

¿Cuál es la importancia de las vacunas oportunas durante la primera infancia?

El calendario de vacunaciones ha sido un trabajo arduo de grupos interdisciplinarios de especialistas para luchar de la mejor manera contra enfermedades de mayor riesgo según la edad, es cierto que se deben colocar muchas vacunas los primeros meses y a veces se necesitan varios puyones al mismo tiempo (y esto pese a que se han podido agrupar o conjugar de forma segura varias vacunas a la vez), pero el objetivo de ellas es evitar la enfermedad. El vacunar de manera irregular y fuera de tiempo al niño en el primer año de vida lo expone a desarrollar las enfermedades de forma aguda y a veces grave, con los riesgos que todo eso comporta. Con el paso del tiempo se vienen añadiendo nuevas vacunas al esquema estándar aprobado por la OMS, lo cual es un proceso minucioso lleno de controles de seguridad.

Hay quienes opinan sobre la inmunidad en el vientre, ¿es posible?

El embarazo es un estado antinatural, donde el bebé es considerado un injerto porque la mitad de él es información que viene del padre, un desconocido para el sistema inmune, por lo que lo natural debería ser que el cuerpo lo rechace. Para evitar este rechazo, se activan muchos mecanismos inmunitarios de evasión y hay muchas hormonas que hacen que el bebé sea tolerado, pero en este juego la madre pierde un poco de respuesta a las enfermedades, teniendo más riesgo de enfermedades infecciosas, por lo que deben vacunarse (y cabe recalcar contra el COVID-19) con las vacunas indicadas y tratar de reforzar su sistema inmune.

El feto comienza a hacer funcionar su sistema inmune a fuego lento casi desde los primeros meses embarazo, pero esto es insuficiente, así que, al ser parte de la madre, es el sistema inmune materno que lo protege casi por completo y lo seguirá protegiendo al nacer durante los primeros meses de vida mediante la transferencia por la sangre (a través del cordón umbilical de inmunoglobulinas, o sustancias de defensa específicas contra diversos gérmenes).

¿La leche materna como la primera vacuna?

La madre le otorga protección al bebé los primeros meses, por lo que debe reforzar su sistema inmune y tener las vacunas necesarias para que de enfermar el bebé los primeros meses, no sea fatal, en especial y recalcando: la vacuna contra la tosferina (enfermedad grave que en bebés pequeños no produce esa tos incapacitante típica, sino puede hacer que ellos dejen de respirar, se pongan azules y mueran); la vacuna de la influenza (que en neonatos puede ser difícil de manejar y en la embarazada se ha relacionado con defectos en el tubo neural (es decir de lo que será el sistema nervioso y las estructuras que lo protegerán) y, por supuesto la vacuna contra el COVID-19, además ya son parte del abordaje de rutina la vacuna contra el tétanos y las hepatitis también.

Al nacer el bebé, los primeros meses de vida se defiende muy poco y pasa de un lugar muy protegido, como lo es el útero, a un lugar muy contaminado, como es nuestro sucio mundo externo. Allí entra el papel de la lactancia materna, que dentro de la leche la madre le ofrece diversas sustancias que estimulan sus sistema inmune y en especial un tipo particular de inmunoglobulina (la Ig A) que lo protege contra las enfermedades mas frecuentes en esa etapa: las enfermedades respiratorias (neumonía, faringitis) y de las diarreas, y lo hace tan bien que es uno de los motivos para promover seriamente la lactancia materna exclusiva, que la madre esté vacunada previamente es importante, para que por la leche le transfiera esa protección, a recalcar nuevamente que la madre le trasmite protección al niño contra el COVID-19 por la sangre y por la lactancia, ¡a vacunarse se dijo!

¿Existe algún riesgo en la infancia al ser vacunados?

No hay un riesgo especial en los niños sanos frente a otros grupos de población en relación a efectos adversos, la posibilidad de contraer la enfermedad contra la cual se vacuna es realmente muy bajo y aún más bajo es el riesgo de contraer una forma grave de la enfermedad en particular si se trata de vacunas con virus o bacterias muertas o algún fragmento de ellos. En el caso de virus atenuados (debilitados) hay el riesgo de síntomas de la enfermedad leves (varicela, sarampión, las paperas y la rubéola). La vacuna oral contra la polio, con virus vivos tenía posibilidad de producir la enfermedad en casos muy poco frecuentes, por lo que se viene sustituyendo por una vacuna inyectada con virus muertos o inactivados, que es muy segura.

Las vacunas con virus vivos atenuados y la de la tuberculosis deben evitarse en grupos de riesgo: es decir en aquellos niños con defensas bajas, ya sea por un tratamiento con medicamentos que las bajan (inmunosupresores) o aquellos con enfermedades de nacimiento donde las defensas o inmunidad no está completamente desarrollada (inmunodeficiencias primarias), así como en las adolescentes embarazadas.

Por otra parte, aunque de manera muy poco frecuente, algunas vacunas pueden producir reacciones alérgicas graves que pueden comprometer la vida (anafilaxias) ya sea porque la vacuna contenga cantidades muy pequeñas de algún alimento que le produzca al niño la anafilaxia (la vacuna de la influenza es producida en una matriz con huevo y quedan en ellas partículas en muy poca cantidad que en personas muy alérgicas al huevo podrían producir estos síntomas) o de algún medicamento (la neomicina usada para evitar contaminación). En el caso de la vacuna del COVID, ha habido reportes de anafilaxias, pero se han relacionado con el polietilenglicol usado en las vacunas en base a ARN mensajero (Moderna y Pfizer)  y el polisorbato (presentes en Astra Zéneca, Sanofi y Johnson y Johnson), estos productos ayudan a la estabilidad de la vacuna y producen muy raramente alergias graves, pues están presentes en centenares de productos comunes de la vida diaria tales como cosméticos, productos de higiene, gotas de lágrimas artificiales y medicamentos para el estreñimiento. En caso de presencia de dermatitis de contacto o alergias a estos compuestos es buena acudir con un especialista para ser evaluado.

Finalmente, las vacunas producen una mini enfermedad activando mecanismos de defensa del cuerpo que en suma producen inflamación, por lo que puede ocurrir, dolor, enrojecimiento en le lugar de inyección o a veces fiebre y decaimiento, pero estos síntomas no son de importancia y son pasajeros. En resumen, si el niño tiene historia de alergia grave al huevo, a antibióticos, reacciones con productos que contengan polietilenglicol/polisorbatos o dermatitis de contacto, es bueno que acudan con un alergólogo de su comunidad.

¿Todas las vacunas tienen efectos de fiebre?

Todas pueden producir fiebre, pero según los componentes que posean unas pueden producir mas fiebre que otras, en todo caso hay que notar que la producción de fiebre es un mecanismo de protección del cuerpo que nunca produce tanto calor como para poner en peligro su funcionamiento. En los niños con historia de convulsiones con fiebre (que tiene un componente familiar y en general no son convulsiones peligrosas para el cerebro ni la vida), la manera de tratar la fiebre será similar a la fiebre de otras causas.

¿Está de acuerdo con medicamentos para bajar la fiebre para evitar la fiebre en los niños?

 Primer punto:  Pese a que no es una contraindicación contra la vacuna la presencia de fiebre, es mejor vacunar a su niño sin síntomas de cuadros infecciosos y fiebre para evitar banalizar la fiebre en caso de que sea un síntoma de alarma de infección grave y no un efecto secundario de la vacuna.

Segundo punto: Es frecuente la fiebre en pediatría, e indica que se está llevando a cabo una guerra del cuerpo contra un germen y se cree que la fiebre es un mecanismo de defensa que consiste en aumentar la temperatura corporal convirtiendo a nuestro cuerpo (el campo de batalla) en un lugar de lucha menos cómodo para el germen que ataca y sobrevive menos bien. En general, el cuerpo no eleva tanto su temperatura como para poner en peligro su funcionamiento.

Por esto, solo se debe tratar la fiebre en caso de que el niño esté inquieto, irritable o con malestar, debiendo evaluarse si tiene escalofríos o suda copiosamente (por riesgo de deshidratación). Recordar que, durante los primeros meses de vida, la fiebre alta siempre es una bandera roja que necesita de evaluación médica, pues puede indicar una infección grave.

 “Esa vacuna estaba pasada o dañada” es una frase común que se escucha habitualmente ¿Cómo saber si la vacuna está buena?

Desde la elaboración, pasando por el envío hasta la colocación de la vacuna existe un orden protocolizado para garantizar la viabilidad de cada dosis. Hay personal altamente capacitado en estas áreas y es importante confiar en cada eslabón del cuidado de las vacunas (la cadena de frío, monitoreo de caducidades, verificación de lotes, etc). Con la epidemia del COVID, al ser los resultados a nivel nacional buenos, se ha demostrado que el personal de salud calificado y entrenado ha dado seguridad y hay que valorar su desempeño y entrega.

Periodista dominicana, MA Comunicación Corporativa. Titulada en estilismo y asesoría de imagen, es una apasionada del contenido sobre la salud, la belleza, el buen vivir y la cultura.

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