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Que lo llamen como quieran: calima, ola de calor o simplemente "flama". La realidad es que hace mucho calor y todas las fórmulas para combatirlo son bienvenidas. La pregunta es, ¿dónde hay que colocar el ventilador para garantizar el mejor rendimiento? Parece que todo importa: el tamaño de la habitación, la altura del techo… ¿Cuántas ventanas hay? ¿Cuántos muebles? Vamos a dar respuesta a todo por medio de la única experta en estas cuestiones: la ciencia.
Tras las aspas de cualquier ventilador de plástico existe una ciencia consolidada. Pero comencemos por el principio. Más allá del diseño y la posición, todos los ventiladores recurren a un proceso termodinámico que parte de un esquema básico: el aire “empujado” pierde calor por pura convección.
Un ventilador no recoge aire “caliente” y proyecta aire frío. La fórmula secreta la encontramos en los ventiladores de techo: el aire caliente tiende a subir debido a su menor densidad, empujado por la presión del aire más frío, de mayor densidad y menos expansivo. En este intercambio se genera una corriente por convección.
La convección es un proceso natural, un flujo por el cual el calor de un cuerpo se transfiere a otro de menor temperatura. Este principio básico es usado por los caloductos de cualquier sistema de refrigeración, desde tu ordenador hasta tu móvil Xiaomi. Según la Ley de enfriamiento de Newton, por el camino se pierde una cantidad indeterminada de calor en forma de energía.
Además, cuanto mayor es el área de transferencia, más rápido será el enfriamiento. Dicho de otra manera: los ventiladores de techo son capaces de agitar todo el aire de una sala y, en este proceso, enfriar la habitación en poco tiempo. Por eso tienen aspas enormes, como patas de pelícano.
Y tampoco olvidemos que el aire frío seca más, lo que redunda en una mejor transpirabilidad en la piel, en una sensación térmica más agradable. Los capilares sanguíneos reaccionan al calor dilatando la piel y facilitando la transpiración.
Bajo esta premisa, lo ideal no es mantener el ventilador pegado a nuestra cara. Sí, sentiremos la brisa con mayor énfasis, pero a cambio podemos sufrir dolor muscular, sequedad labial, irritación ocular y mucosa excesiva. Si quieres saber dónde debes colocar el ventilador, presta atención.
Garantiza el flujo de aire. Esa es la clave. Y para ello debemos evitar obstáculos como puertas —no colocar el ventilador en zonas esquinadas ni arrinconarlos— armarios o sofás. El objetivo es facilitar la salida de aire caliente generando corrientes de aire. Puedes utilizar una ventana de entrada y una ventana de salida.
Usar un ventilador en una habitación cerrada es un error garrafal. ¿La razón? La misma por la cual no se derrite un iglú, salvo que en este caso conseguimos el objetivo contrario: no refrigerar y no disipar el calor excesivo. Si cierras la puerta de la habitación aumentarás la presión. Por otro lado, la presión negativa genera corrientes que ayudan al flujo de aire.
También puedes aprovechar las zonas o fuentes de aire frío, como el aire acondicionado: si tienes el AC conectado, coloca el aparato en un ángulo adecuado de manera que absorba parte del aire expulsado y empuje ese aire frío hacia la zona donde estás situado.
Lo mismo con los humidificadores o incluso purificadores. Si buscas un extra de frescor, no olvides el clásico de las terrazas de verano. Si tienes por casa un pulverizador o un humidificador como el Mi Smart Antibacterial Humidifier, aprovecha la humedad generada, situándolo delante, en un punto intermedio entre el ventilador y nosotros. Las partículas de agua, al evaporarse, absorben calor por el mismo principio de convección, "robándonos" parte de nuestro calor corporal.
Por otro lado, dependiendo del lugar donde vivas y de la hora del día, habrá zonas de tu hogar o edificio que reciban más luz. Idealmente, debes orientar el ventilador hacia esas zonas, de manera que recoja el aire de la zona más fría y lo expulse hacia la más cálida.
En cuanto al diseño, la cantidad de palas y el “filo” de estas —en los ventiladores de ordenador es común ver turbinas con decenas de cuchillas cortadas con láser para evitar la protuberancias propias de las soldaduras— guarda relación no solo con el caudal de aire movido, sino también con el ruido generado en el proceso.
Todo depende del índice de fricción: a menor superficie, menor roce. Es un principio de la aerodinámica.
Solo hay que verlo: el Mi Smart Standing Fan 1C opta por un sistema de siete aspas en vez de las habituales tres o cuatro palas grandes: incrementan el caudal —de 7 a 27 metros cúbicos por minuto— y, con ello, la distancia de aire impulsado —hasta los 15 metros—. Aunque quizá su mejor virtud reside en la interconexión con el ecosistema de la marca y la gestión inteligente que facilita desde la app Xiaomi Home. Actualmente agotado en la tienda oficial de Xiaomi, el Xiaomi Mi Smart Standing Fan está disponible en Amazon por 47 euros.
Ventiladores de mano, modelos baratos o sistemas más "pro" como el Mi Smart Standing Fan 2: todos ellos respetan las mismas reglas. Eso sí, debemos tener en cuenta un factor determinante: usar el ventilador en plena ola de calor no es recomendable.
Tal y como apunta un investigación publicada en Annals of Internal medicine, «el uso del ventilador en condiciones muy calurosas y secas incrementa la frecuencia de sudoración y el confort térmico de todo el cuerpo. [...] Es probable que no sea aconsejable el uso de ventiladores durante las olas de calor en regiones muy calurosas (≥45 ° C) pero áridas (humedad relativa <10%), como el centro-sur de los Estados Unidos, Australia del Sur y Oriente Medio».
En resumen: mantén la puerta abierta —que no la ventana— y el ventilador apuntando a la zona más cálida. Esperemos a que este verano nos dé algo de tregua.
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